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Los angelitos de la calle

Hoy quiero hablarte acerca de la realidad que viven esos angelitos de cuatro patas que viven en la calle. Sí, esos mismos a los que tú muchas veces cuando los ves, ni una caricia les brindas porque te da asco, esos mismos a los que tu espantas con un “chite” por miedo a que se te acerquen; esos mismos a los que le has pegado por desquitarte tan solo por tener un día malo o quizás por tener tragos en tu cabeza, a esos que aun así vuelven a ti moviendo su colita y demostrándote con esa mirada que creen en ti, a ese que alguna vez recogiste, te cansaste y simplemente abandonaste. Sí, a ellos mismos, los ANIMALES DE LA CALLE.

Hace un tiempo escuche alguien que dijo: “Un animal no siente, un animal no piensa, un animal no tiene sentimientos”, es más ¿te has dado cuenta que aquí en nuestro país, Colombia, los animales están catalogados según la legislación como “cosas”?.

Es triste ver que se perdió el respeto por ellos, que la gente no tiene mínima sensibilidad, que son indiferentes y muchas veces intolerables a sus acciones, tales como refugiarse bajo el techo de algún ante jardín en un día de lluvia, o tener que recurrir a esculcar una basura y comer los sobrados que algún ser humano dejó por tener su barriguita vacía… es increíble ver como hay gente que en vez de tenderle su mano a estos angelitos peludos, optan por envenenar la comida para “deshacerse” de ellos de una manera fácil y cómoda.

Así como un día me canse de tanta injusticia, así mismo decidí tomar acción y hacer hasta donde más pudiera para ayudarlos… y cada vez que veía un angelito triste, solo y abandonado, llámese perro o gato, lo acogía en mis brazos, lo besaba, lo bañaba y me encargaba de que quedara en un hogar lleno de amor y respeto. Ha llegado el momento de dejar de ser indolente ante la situación de los animalitos de la calle, he comprobado que ellos SÍ sienten, SÍ entienden, SÍ tienen sentimientos, que en un segundo con tu amor puedes cambiarle su mirada y, ¿por qué no? su entorno. Ellos nos han enseñado lo que es la fidelidad, el amor puro, sincero, la lealtad y sobre todo la amistad.

Quiero contarte que tengo tres perritos que para mí no son animales, son mis hijos a los cuales, mimo, amo y respeto. A uno de ellos rescaté y decidí quedarme con él y no imaginas su mirada como cambió; no te imaginas todo lo que siento cuando en las mañana me despierta a besos y se que todo lo que hace es muestra de agradecimiento.

Entonces tú ¿Qué esperas? ¿Qué esperas para hacer parte del cambio?, ¿Qué esperas para tomar acción, en vez de estarte quejando por todo lo que pasa a tu alrededor? Qué tal si empiezas a cambiar tus manera de actuar, de pensar; qué tal si te paras como fuente y creas una visión donde le demuestres al mundo que el único pecado de estos angelitos fue NACER EN LA CALLE, pero no por ello son distintos a aquellos de raza, que cada vez que le brindes tiempo, caricias o alimento a un angelito de la calle, quizás no cambiarás el mundo, pero al menos su mundo si habrá cambiado para él.

“NO COMPRES UNO DE RAZA, ADOPTA UNO SIN CASA”.

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